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"El tesoro de la Ruta es la pedagogía de la experiencia"

La maleta de Jesús Luna

"El tesoro de la Ruta es la pedagogía de la experiencia"

Por: Clara Calleja Fernández

 Jesús Luna vive la Ruta Quetzal como si fuera su proyecto de vida. Lleva veinte años participando en él y otros trece siendo jefe de campamento. Con ilusión y entusiasmo pero también con disciplina y tesón consigue que cada expedición supere a la anterior. Además, comparte y transmite esta pasión por viajar a los alumnos del instituto de Madrid en el que da clase de Educación Física. No se cansa de afirmar que la Ruta le ha cambiado la vida, sin embargo también él y todo el equipo se la han cambiado a los miles de jóvenes que han participado en el programa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  El proyecto de la Ruta Quetzal surgió de un acuerdo entre el Rey Juan Carlos y Miguel de la Quadra-Salcedo para consolidar el intercambio cultural entre países de habla hispana. A pesar de que el programa de la Ruta se difunda por todos los sistemas educativos, es realmente el boca a boca lo que le da una mayor divulgación. Para participar en el programa se debe realizar un doble trabajo: por una parte, el solicitante debe presentar un trabajo de creación literaria o musical, que pondera un 60% en la nota final. El 40% restante corresponde a un proyecto de emprendimiento social sobre un tema propuesto en las bases del concurso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  La elevada intensidad del viaje puede llevar a momentos de confusión e incluso a cometer errores. Aún así, Luna dice no arrepentirse de ninguna decisión tomada en la Ruta porque para él “todo ha servido de aprendizaje”. Lo verdaderamente importante para él es mantener un equilibro, ser autocrítico con el trabajo y plantearse mejorar en ciertos aspectos una vez finalizada la expedición. Sin dudarlo asiente cuando le preguntamos si se queda con la sensación de haber hecho un buen trabajo al final de la Ruta.

 

  Para Jesús Luna, la Ruta es un "rito iniciático", en el que los jóvenes participantes se transforman y son capaces de empatizar con los demás. La necesidad que hay en esos países supone una transformación de los valores de las personas que participan en el proyecto, y se ve mucho más pronunciado cuando se crea la cooperación con los demás. El espíritu de grupo en las expediciones es fundamental no sólo para los poblados indígenas, que necesitan formar parte de un grupo compacto y homogéneo para sobrevivir, sino para todos los participantes de la Ruta. Dice además que a pesar de las diferentes nacionalidades de los ruteros, todos se entienden perfectamente, dejan a un lado sus creencias y empiezan a pensar en los demás como seres humanos con los que participar en un viaje transformador. Para Jesús Luna, ver cambiar el pensamiento de los chicos "del yo al nosotros" es lo que más le aporta la Ruta, a la que llama "pedagogía de la experiencia", por esa capacidad de transformación del ser humano.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  El éxito de la Ruta se consigue también gracias a la actitud de los países de acogida, que a pesar de sus pocos recursos les tratan con una hospitalidad admirable e intentan compartir lo suyo con todo el equipo de la Ruta. Hasta tal punto llega la ilusión con la que los acogen que en cada país al que van, declaran el proyecto Patrimonio de Interés Nacional.

 

  La Expedición 2014 se presenta sin cambios significativos. Este año es Perú el país escogido y se realizarán rutas a las fuentes del nacimiento de río de las Amazonas, una expedición al Valle del Colca, el más profundo del mundo, y un estudio sobre las danzas sagradas de los indígenas del Cóndor y las culturas prehispánicas de Nazca y Paracas.

 

  Nuestra última pregunta a Jesús Luna fue la razón por la que animaría a los jóvenes a presentarse a la Ruta Quetzal. Él nos contestó con una frase categórica: "la Ruta me cambió la vida". Con orgullo cuenta lo que supuso para él esa experiencia y el aprendizaje y conocimiento que ha adquirido gracias a ella. Sigue en contacto con antiguos ruteros, quienes afirman que esa experiencia les cambió y les sigue cambiando la vida todavía, pues se sienten ciudadanos del mundo en el que no existen fronteras.

Jesús Luna, como jefe de campamento, se encarga de su logística, de los movimientos de la expedición, de cumplir el programa que se ha establecido y del funcionamiento de la vida del campamento. También de coordinar y orientar en determinadas situaciones al grupo de monitores, que a su vez ellos dirigen a los expedicionarios. Destaca de la Ruta “la diversidad y el intercambio cultural que aporta, pero sobre todo, el valor de la amistad y solidaridad”.

 

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